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13 de marzo de 2011

Eros y egos (Madrid)


    Hay que ir. El viernes 25 de marzo se presenta en la galería La Zúa (C/ Luisa Fernanda, 19), el nuevo y extraordinario trabajo de Eduardo Scala, Repetición de Ajedreces y Arte de Amor. Estará expuesto hasta el 7 de abril. Se trata de la obra que mejor refleja la poética paradójica del ajedrez: el tablero como conflación de eros y egos. Junto con el profesor Fernando R. de la Flor, he realizado un prólogo a este maravilloso conjunto edificado sobre la circularidad del 8: en los 64 abriles del poeta aparecen 32 ejemplares de una obra compuesta por 16 láminas xerografiadas. 16 soportes de meditación que registran el trazado tembloroso de su mano y la tipografía Futura de Paul Renner. Poesía visual-verbal ―VisualabreV, como dice el poeta― que estará expuesta hasta el 7 de abril.

    La imagen del ajedrez como escenario de una lucha de egos convive, desde los orígenes de su literatura, con sus opuestos aparentes: la realización de la unión amorosa en el damero y el proceso de seducción durante la partida. Se trata de dos cosmos, el egótico y el erótico, que al cohabitar el espacio simbólico que genera la potencia metafórica del rey de los juegos, están postulándolo como contexto de resolución de contrarios, como verdadero espacio de realización de la Aufhebung. Así, en el trance de la partida se dirimen cuestiones de orgullo y de seducción, de pugna y alianza, sin menoscabo de la una por la otra. Entre los jugadores, la violencia codificada sobre el tablero actúa paradójicamente: como fuerza de destrucción del contrario y, a la vez, como fuerza de seducción, de atracción amorosa.         
   Esa tensión simbólica es la que recupera E. Scala para esta obra, cuyo título ―Repetición de Ajedreces y Arte de amor― es peculiar retruécano del incunable de Lucena, Repetición de Amores y Arte de Axedrez (Salamanca, c. 1497). La caja-libro de Scala se compone de tres partes: Repetición de Ajedreces/Ju-egos; Arte de Amor /Dam-eros; y Salamancajedrez. Ju-EGOS consta de seis imágenes especulares en las que se establece una guerra de pro-nombres. Dam-EROS lo conforman tres estampas cuya protagonista es la palabra anagramática dama (DAMA-AMAD). Salamancaajedrez cierra el círculo en perfecta simetría, pues son 88 los arcos de medio punto que componen la Plaza Mayor de la ciudad donde sale a la luz el incunable de Lucena. Poesía visual-verbal, una edición muy cuidada, y una galería con un gusto exquisito. Hay que ir. 


16 de noviembre de 2010

I Gran Fiesta Internacional del Ajedrez


    En la Universidad Nacional Autónoma de México, del 18 al 21 de noviembre, se celebra un torneo cuadrangular entre Judith Polgar, Veselin Topalov, Vasily Ivanchuk y  Manuel León Hayas. Anatoly Karpov y Garry Kasparov ofrecerán una exhibición de simultáneas contra algunos de los más de mil jugadores que participan en el I Torneo Abierto de la UNAM. Además, tiene lugar el Campeonato Iberoamericano, en el cual el representante de España es Marc Dublán. Last but not least, cinco investigadores, Pedro Lavado, Thomas Thomsen, Ulrich Schaedler, Ernst Strouhal y un servidor, coordinados por Carmen Romeo, presidenta de la Comisión de Historia de la FEDA, participamos paralelamente en el Seminario de Historia del Ajedrez. Pinchando en la imagen se accede al programa de conferencias.






9 de septiembre de 2010

Artículo en Manuscrt.Cao






    Haciendo clik aquí, se accede a la versión en pdf de mi artículo sobre Fr. Paulino de S. Bartolomé y la cuestión del origen indio del ajedrez. Si bien la hipótesis de un origen indio no ostenta la credibilidad de antaño entre los especialistas, el descubrimiento de una fuente ignorada para su genealogía, el Ms. 6414 de la BNE, muestra qué supresiones historiográficas entraron en juego en su elaboración. Sigo investigando el particular aunque, como son días de cambio y adaptación a un nuevo entorno, camino despacio. Lo que vaya descubriendo en este sentido lo iré publicando en el cuaderno. 

   Sobre la revista sólo puedo decir maravillas. Tenemos en este número un artículo de Pablo Jauralde sobre la autoría del Lazarillo, posicionándose a favor de Diego Hurtado de Mendoza; uno de Mercedes Sánchez sobre su descubrimiento de un segundo codicilo de Quevedo; otro sobre los subrayados de Quevedo en cuatro libros de su biblioteca; uno sobre los autógrafos de Ramón Gómez de la Serna y su entorno en Mundo Ibérico; y tres que celebran el centenario del nacimiento de Miguel Hernández. Manuscrt. Cao está sabiamente dirigida por Pablo Jauralde y sabiamente editada por Diana Eguia y Javier Maldonado. Las entidades editoras que están detrás de ella son la Universidad Autónoma de Madrid y el grupo EDOBNE (Edad de Oro-Biblioteca Nacional). Se trata de una revista de investigación filológica sobre manuscritos, principal pero no únicamente de los s. XVI y XVII que, tras su primera vida entre los años 80 y 88, acaba de resucitar. He aquí al link a su página: 



30 de mayo de 2010

Artículo en Despalabro

Acaba de publicarse en la revista Despalabro. Ensayos de Humanidades un artículo que he escrito titulado Algo que se va: una mutilación al ajedrez en la obertura del s. XXI. Como es de esas publicaciones valiosas y en papel que resisten al avance de lo digital y libre, no voy a colgar aquí el artículo entero. Para obtener la revista en una librería madrileña se puede visitar este link; para que la envíen a casa, estéis donde estéis, éste otro. En un año, cuando salga el siguiente número, el artículo será accesible desde la propia página de Despalabro (no es un mal sistema, combina lo free y lo no-free). Visto que no puedo subir el artículo entero, he decidido dar acceso al menos a la primera parte del mismo, donde planteo las preguntas a las que pretendo responder. Para descargarlo pincha aquí y accederás a un bonito pdf.

     Algo sobre la revista: la edita la Universidad Autónoma de Madrid, éste es su cuarto número (cuarto año, por lo tanto) y  cuenta con dos partes: un monográfico y un anexo. Los monográficos anteriores fueron “cartografías” y “fugas”; para este número han escogido “anatomías”. El anexo del segundo año fue "Diccionario de espectros": cada colaborador rescataba para el diccionario de espectros a un autor-espectro que le rondara en mientes y quisiera darle una visión nueva siguiendo el hacer de Derrida con Marx en "Espectros de Marx". Así se formó  un diccionario de voces sobre estos fantasmas. El anexo del tercer año fue “Camarote de tránsfugas": en esta ocasión se trataba de reunir autores tránsfugas en sus disciplinas, en sus obras, en sus poéticas... reuniendo así un camarote. Para este número el anexo es "Juegos de sinapsis”. Sinapsis, es decir, las relaciones de contacto entre neuronas pero, en este caso, entendidas de manera metafórica. Se trata, entonces, de escribir un artículo tematizando la conexión inesperada –fugaz o permanente, pero efectiva en cualquier caso– entre dos autores, personajes, obras, acontecimientos, artes o nociones, sin limitaciones geográficas ni cronológicas. En nada de tiempo colgarán en su página el índice de este cuarto número (la ilustración corresponde al tercero); merece mucho el tiempo, la pena y todo lo demás. Enjoy!

21 de abril de 2010

La semilla de Scala


El próximo viernes, día 23, se celebra en Madrid la Noche de los Libros. Tal vez no es lo mejor -ni para autores ni para lectores- acumular una infinidad de eventos en un sólo día teniendo en cuenta que los humanos no somos ubicuos ni podemos ser ubicuos. No obstante, ese día, sumándonos a la ingente programación, estaremos Eduardo Scala y un servidor en la Librería Arrebato (c/ La Palma, 21, metro Tribunal), a las 20. 45, presentando la reedición de La Semilla de Sissa (Delirio, 2010) y celebrando una ceremonia escaquística en la que se comulgará con semillas del Ganges para recordar la leyenda del brahmán que da título a la obra. Para esta entrada del blog, he decidido que lo mejor es ofrecer un extracto del prólogo que he titulado El AjedreZ, terra violata; sobre el poeta en sí habría mucho que decir en muy poco espacio (para su obra visual-verbal Felipe Muriel, Hermetismo y Visualidad, Visor, 2004; para su obra ajedrecistíca, además del libro que presentamos se editará en breve El juZgador de ajedrez); sobre la Semilla, para aquellos que no la conozcan y esta reedición suponga un descubrimiento, hay que decir que la Editorial Delirio ha puesto un empeño enorme en mantenerse fiel a las exigencias formales y numerológicas tan caras al autor. Os esperamos.


El AjedreZ, terra violata [extracto]
Juan Escourido-Muriel

Joseph Needham confiaba en que algún día un antropólogo social produciría una historia que demostrase, casi biológicamente, la conexión genética entre el ajedrez y la estructura común de las técnicas rituales de adivinación. Alfonso X veía reflejado en el microcosmos de la partida el determinismo que rige el macrocosmos universal, convencido como estaba de que el conocimiento de la dimensión divina del tablero daría a «los entendudos […] que saben el Arte de la Astronomía» el poder de predecir el futuro. Al-Mas’udi escribía que cierto rey de la India de nombre Bahit «hizo de este juego una suerte de alegoría de los cuerpos celestes al consagrar cada pieza a un astro» y defendía en su Kitab Murug al-dahab wa-maadin al-gawhar (Libro de las praderas de oro y las minas de piedras preciosas) que el tablero circular, zodiacal, del ajedrez, compuesto por doce escaques (una de sus tantas variantes) había que entenderlo y jugarlo desplazando siete piezas – los cinco planetas, la luna y el sol – sobre los signos del ochavo cielo que lo conforman.



Eduardo Scala recitando una apertura española, postrado sobre un ajedrez,  bajo sus Columnas de Tiempo


En este universo simbólico que provoca la permeabilidad metafórica del ajedrez, uno de los tópicos – tal vez el más recurrente y el que, por vía de insistencia, ha llegado a convertirse en emblema – es el que lo considera un juego de guerra, la figuración de una batalla entre dos bandos enemigos. Suposición errada –digámoslo ya, si bien Eduardo Scala lo dice mejor y con mayor fuerza– ya que no se desarrolla la partida sobre el Cuadrado Mágico de Marte, sino sobre el de Mercurio. En efecto, en el ajedrez aparecen las fuerzas del Ying y el Yang, del semen (piezas blancas) y la sangre (piezas bermejas), del yo y el otro. Pero ese enfrentamiento es la primera ilusión del jugador incapaz de intuir el flujo de continuidad, comunión o danza, que subyace a las fuerzas en concurso. Si alguna batalla refleja el ajedrez es la del ajedrecista contra sí mismo, en una guerra interior, ideal y silenciosa –como precisa el autor de este libro-escaque– situada bajo el signo del «ars combinatoria», no del marcial combate. La partida no es agon; es más bien rito iniciático, místico Camino de Perfección.

El origen de este equívoco, que todavía hoy alimenta la visión carnicera del juego, se explica en las páginas de este libro; es más, su discusión y rebate constituyen su jácena. El autor, cuidadoso como un Rey Sabio con los aspectos numerológicos que encierran su tratado, no por casualidad sitúa en el número 88 este aforismo: «El A-Z no es un juego de guerra, de desgarramiento dualista, sino de unificación mercurial. Juego tántrico: la sustancia única – principio masculino y femenino – en un constante coitus». Ocho, 8, número-infinito, como humanamente infinitas son las posibilidades combinatorias de la partida o el trigo que el brahmán Sissa merece por haber inventado el juego; 8x8, los 64 escaques del tablero, la sublimación de la dualidad ilusoria del universo y el patrón de las dimensiones del Cuadrado Mágico de Mercurio; el temenos o espacio sagrado donde el rito, la actualización del mito de la semilla de Sissa, se la juega.

El libro se abre con el tratamiento del ajedrez como Idea Eterna, analizando las implicaciones que ello suscita y desarrollando la red de asociaciones que constituirán la constante y la esencia de su despliegue. El AjedreZ, A-Z, considerado como palabra-universo, palabra que abarca la totalidad de lo cognoscible, es la idea sobre la que se apoya la primera sección de la Semilla, que no casualmente aparece dividido en 8 partes. La segunda sección se ocupa específicamente de la identificación entre ajedrez y vida, contraponiendo las célebres afirmaciones de Spassky («el ajedrez es como la vida») y Fischer («el ajedrez es la vida»); la tercera introduce el trigo en la tríada que conforman, según la leyenda de Sissa, el rey, el humilde brahman y la recompensa. La espiga, representación de los misterios de Eleusis, es el premio que el humilde Sissa nunca llega a recibir por haber inventado el ajedrez; la cuarta parte se ocupa de la numerología del 4 y su correspondiente geométrico, el cuadrado. Los elementos astronómicos y numerológicos dominan esta sección del libro, donde aparece ya el tema de las dualidades: la casa solar y la casa lunar como escaques del tablero; la quinta parte, quintaesenciada, es la fundamental: postula el ajedrez no como un juego de guerra, marcial, sino como un juego que antes de nada es filosófico, mercurial, ya que se desarrolla en el Cuadrado Mágico de Mercurio; la sexta trata sobre la reflexividad del ajedrez, sus fractales; la séptima aborda los aspectos materiales del tablero, las figuras, las piezas, los colores y el silencio que preside la partida; finalmente, la octava y última es un canto a la unidad que subyace a la fingida, ilusoria dualidad que la partida establece.

Émile Benveniste fue el primero en establecer la distinción entre jocus y ludus como formas lúdicas que una cultura presenta, formas en las que, al cabo, se reconoce sub specie ludi. Al jocus, mito al que no se apareja rito alguno o cuyo rito ha sido olvidado, opone el ludus, rito que ha usurpado la plaza de su mito originario, provocando su desaparición y sobreviviendo como práctica vacía de significación, abocada a una significación que jamás podrá ser la suya. En sus dominios, las motivaciones que originaron el juego ya no son sentidas por los jugadores, que se entregan a la partida movidos por un deseo de diversión, competición y clasificación. Se habla entonces del fragor de la batalla, de enemistades y duelos por el título mundial: el ajedrez en su pobre forma de fetiche al que se asocian prácticas de jerarquización, premios demasiado posibles (no como el que el humilde Sissa, de haberse corrompido, habría podido aceptar) y declaraciones que, quien se adentre en la Semilla, descubrirá. Cierto, el reino del A-Z es una terra violata por estos especímenes de tropas, pero hay una línea de resistencia que durante cuarenta años se ha ido construyendo y hoy se da de nuevo al lector para que, si le place, pase a engrandecerla. Su bandera es el convencimiento de que «el gran A-Z o AjedreZ, arte dinámico de los contrastes o contrarios, no se juega con odio, sino con la dicha del conocimiento» (Aforismo 98). Y el mérito que jamás se le podrá negar a Eduardo Scala es recuperar – o al menos reclamar – para el ajedrez, «Juego de juegos», el componente de jocus que su caída en ludus le ha negado en el imaginario popular; la recuperación de su origen mítico, de su trascendente y abandonado ser.


[Del prólogo a Scala, E. La Semilla de Sissa, Salamanca: Delirio, 2010]