30 de junio de 2012

Los niños de la guerra somos de la generación de Arturito Pomar


         El título de la entrada es frase de Paco Umbral. En ese mismo texto, continúa: "Dimos un genio del ajedrez, ya qué otras genialidades estaban mal vistas,  incluso fusiladas. Una vez, Arturito Pomar (ahora me parece que trabaja en Correos) estuvo en Valladolid jugando unas simultáneas con los socios del casino y ajedrecistas locales. Yo, que no sabía nada de ajedrez, me metí allí, de pantalón corto y con las rodillas sucias, porque he experimentado siempre, como los judíos (y me parece que no tengo nada de judio, y lo siento), la fascinación por los grandes de la tierra. Arturito Pomar era un pequeño grande de la tierra quemada de la España de posguerra (La Vanguardia, 19 de octubre de 1978). 

La biografía de Arturo Pomar nos permite entender diversas articulaciones. En primer lugar, la que se establece entre la cultura popular y las instituciones que regulaban la sociedad española durante el primer franquismo, especialmente los medios de masas. ¿Qué significa ser un niño prodigio en los años 40? y ¿qué significó ver, entre 1943 y 1946, en el NO-DO y en la prensa, “a un niño como los demás” (NO-DO), que “se encuentra en la tienda de juguetes en su elemento natural” (NO-DO), viajar a países lejanos a jugar torneos internacionales, enfrentarse a los mejores del mundo, ser recibido por el Generalísimo, proclamarse campeón de España de ajedrez con 14 años?  Preguntas más generales, pertinentes a la articulación entre deporte y medios de masa, podrían plantearse también. En el caso de Arturo Pomar, esa articulación se efectúa mediante un proceso de iconificación mediática, uno de los primeros del franquismo junto al de Manolete. En tercer lugar, existe una clara articulación entre el deporte y el nacionalismo a través de los medios controlados por el Estado que la trayectoria biopolítica de Arturo Pomar ilumina. Desde esta perspectiva, una de las preguntas que su trayectoria biopolítica suscita tiene que ver con la (re)construcción del orgullo nacional, fuertemente ligado al orgullo imperial en el imaginario mediático franquista, a través de la exaltación de su figura.  Finalmente, la biografía de Arturo Pomar también suscita preguntas sobre la compleja y prolífica relación que la dictadura mantuvo con los niños prodigio, una articulación en la cual el caso Arturo Pomar es significativo, pues se trata del primero de una larga lista de niños prodigio en la que se encuentran, entre otros, Pablito Calvo, Joselito, Marisol, Pili y Mili, Rocío Durcal, Raphael y Ana Belén. 
Estoy trabajando en un texto que considera la mediatización y el ser biopolítico de Pomar desde esas perspectivas. Aquí adjunto algunos recortes de la prensa de la época. Van de 1943, aparición del fenómeno Pomar, a 1946, su apoteosis. Bajo cada imagen encontrarás lo que considero más significativo de esta selección. Toda ayuda es bienvenida. Mi correo: jescourido@gmail.com




"Con el niño Arturito Pomar se han llenado infinidad de páginas en casi todos los periódicos españoles . . . . todos debemos alegrarnos de que dentro de la raza latina aparezcan estos prodigios, que tanto tiempo hace que no teníamos" (Lopez Esnaola,  Pensamiento Alavés, 5 mayo 1943,)


"Arturo Pomar está alcanzado con su fama los extremos de la lógica. Recientemente, en la prensa española, se dio la noticia de una actuación del niño ajedrecista, en un pueblo norteño español. Con el laconismo peculiar en estas informaciones se decía: quede afirmarse que, prácticamente, acudió a presenciar la exhibición todo el pueblo" (De Agustín, Imperio, 9 agosto 1944)


"En nuestra patria, solo Manolete le iguala en fama . . . . Es el capitán en espíritu de la infancia española" (1945-1946)

"Arturito Pomar fue recibido triunfalmente a su regreso de Londres. Un inmenso gentío esperaba la llegada del pequeño ajedrecista español . . . . Para recibir a Arturito,  acudieron al aeródromo de barajas los directivos de la Federación Española de Ajedrez, marqués de Montecorto y señores Ojeda, Cobos y Lastanao, miembros de la Junta Directiva del Real Madrid y todos los alumnos del tercer año de Colegio de Areneros, donde el gran ajedrecista español cursa sus estudios. También le esperaba un inmenso gentío, así como periodistas y fotógrafos y los operadores del NO-DO . . . . Al abrirse la portezuela del avión, el primero en aparecer fue el niño mallorquín, que fue saludado con una gran ovación". (La Vanguardia, 10 de febrero de 1946)

 
Portada de La Vanguardia del 10 de febrero de 1946. Dos días más tarde, el público del estadio de Chamartín corearía su nombre al correrse la voz de que Arturo Pomar había ido a ver el partido que el Real Madrid jugaba contra el Gijón. En la siguiente imagen se ve cómo salió a saludar al centro del campo.

  "Arturito Pomar corresponde, desde el centro del campo de Chamartín, a las clamorosas ovaciones de homenaje con que fue acogida su presencia durante el partido jugado ayer por el Real Madrid y el Gijón, y que terminó con un empate a dos tantos" (Hoja del Lunes, 11 de febrero de 1946)


17 de junio de 2012

Estratografía


     Hace una semana, en la Hispanic Society de Nueva York, me encontré con un ejemplar de 1827 de la traducción al castellano de la segunda edición francesa de un empeño que constituye la prehistoria del Kriegspiel de Debord. Ese empeño comenzó a mediados del siglo XVII en Alemania y se proponía, nada menos, que “mejorar” el ajedrez. El Konigspiel, inventado por Weikhmann, pretendía ser un “compendio de los principios militares y políticos más útiles”. Su proyecto pretendía acercar el ajedrez a la guerra por medio de modificaciones en el tablero y las piezas. En 1770, Hoechensberger publicó el Juego de guerra o mejoramiento del ajedrez,  con cañones y mayor número de escaques. En 1780, Helwig creó un modelo más desarrollado de Konigspiel que contaba con más de 1600 escaques y 200 piezas que representaban diferentes unidades militares. Para entonces, el Koenigspiel, literalmente juego de reyes, era ya Kriegspiel, juego de guerra. En 1793, Giacometti recogió esta tradición y publicó L´arte della guerra. En 1801, descontento con su versión anterior, mejoró el libro que había publicado ocho años antes. Para Giacometti, el ajedrez todavía no se parecía lo suficiente a la guerra como para constituir una herramienta de aprendizaje de tácticas político-militares, entre otras cosas porque el jaque mate daba la victoria a uno de los bandos, mientras que en la guerra de finales del XVIII no bastaba con acorralar al rey: era necesario derrotar a la tropa.

    El libro en cuestión que estuve ojeando allí es la traducción del alemán al francés y de éste al castellano del libro de Helwig, el que más escaques, 1666, y más piezas, 200, tiene. La traducción fue realizada “por el autor del juego de ortográfico de la palabra de la lengua castellana”. Su título: Juego de estratografía o ajedrez militar. Afortunadamente, tengo un ejemplar a mano en Philadelphia, en la Library Company, la que fue la primera Library of Congress, fundada, naturalmente, por Benjamin Franklin. Parece que además hay otro ejemplar en Barcelona (no puedo acordarme ahora en qué biblioteca). El caso es que se trata de una tradición, la del Konigspiel que deviene Kriegspiel, que me interesa mucho. No tengo tiempo ahora, pero a finales de año intentaré preparar una edición del libro (esto puede ser una llamada a los editores y a los amigos de los editores. Dato: no se ha hecho edición alguna aún). Me gustaría trazar los empeños intelectuales de la Europa Moderna por darse una educación político-militar a través de lo lúdico y ver por qué caminos esos textos se conectan con el magnífico Debord y su magnífico juego para luchar contra los opresores de la sociedad espectacular. Entiendo que el juego de Debord es el punto último, por el momento, de ese camino. En espera de días más ociosos, transcribo aquí la descripción y las reglas del juego, y a continuación dejo el enlace al vídeo del juego de Debord. 

Dos, cuatro o seis jugadores[1] pueden en este juego a su antojo y voluntad, mudar el frente de los cuerpos del ejército que mandan.  Cada General[2] tiene sus almacenes, sus arsenales o parques, sus edecanes o segundos: cada clase de arma tiene su maniobra y su alcance. Los dragones sirven a caballo o a pie, todo cuerpo se recluta o se quinta. Se construyen o arruinan los retrincheramientos. Cañones, morteros u obuses, bombas, artillería volante, baterías separadas o reunidas se pueden establecer, girar, hacer callar, tomar de viva fuerza, clavar y destruir. La facultad de echar, retirar y destruir los pontones y los puentes; la de pegar fuego y apagar un incendio; de sorprender y tomar los depósitos y los víveres; de proteger o de interceptar los convoyes; de talar y cortar la parte de bosques que convenga; de intentar empresas; de sostener y de impedir el paso de los puentes o de romperlos: todo realiza en el juego las operaciones de una marcha, de una escaramuza; acciones de puesto o de batalla, de prudentes retiradas, de un bloqueo o de un sitio; de una o de muchas campañas sobre un Tablero Topo-gráfico. Este Tablero representa variedad de campos o terrenos con edificios, arroyos, barrancadas, montañas, desfiladeros, pantanos, ríos, bosques y, finalmente, todos los aspectos que puede ofrecer un país, mediante la colocación de cubos iluminados con diversidad de colores.




 
The Game of War (FULL) from ClassWargames on Vimeo.



[1] Se juega también contra dos y tres en la porción de tablero que pertenece a cada uno, contra el que tiene a su frente.
[2] El cargo de Generales en Jefe y de División lo ejercen los jugadores; pues hasta que las Juntas Militares para conferenciar y resolver los planes de campaña se hacen: demostrando sobre el Tablero los simulacros de la táctica moderna sin que le falte circunstancia. 

6 de febrero de 2012

Flujos de identidad

     Pensemos en el monarca durante el medioevo y los Austrias. Es una figura-cabeza. Así lo dice Salisbury, precursor de la metáfora, que dice tomarlo de Plutarco. Lo dirá también Alfonso X en su Partida II.
Dijeron los sabios que el Rey es cabeça del reino; [...] de la cabeça nascen los sentidos porque se mandan todos los miembros del cuerpo (Partida II, tit. I, ley V)


     También lo dirá Fray Juan de Santa María (Tratado de República y Policía cristiana, 1615), Álamos de Barrientos (Tácito Español), Horozco y Covarrubias (, Gurmendi ("El que es cabeza de República no solo cumple con ser bueno, debe también parecerlo), etcétera. Est respublica quoddam corpus donde cada miembro del cuerpo civil cumple su función. El rey, la cabeza del cuerpo, controla los sentidos y las otras partes de la República. Su unión con sus súbditos es orgánica, no contractual. Es decir, no se trata de que el caballo pueda mover adonde quiera, la torre adonde quiera, el peón adonde quiera. No. Cada parte del cuerpo está sujeta al movimiento que la cabeza le ordena. La metáfora del ajedrez como república, el Est respublica quoddam scacchorum de Inocencio III y de Jacobo de Cessolis anuncia un nuevo sujeto liberado de la carga feudal: el burgués, a quien el dinero da una libertad de movimiento limitada, pero libertad al cabo. Sus lazos con el monarca son contractuales: debe defenderlo por su bien, pero puede escoger no hacerlo. 

    ¿En qué caso no lo haría? Este vídeo de The Wire lo ejemplifica. Los soldados del capo del ghetto entienden que de la supervivencia de su jefe depende su supervivencia como banda. No obstante, entienden también que ellos son los peones, los pequeños que mueren defendiendo a su rey. Y que tienen una libertad limitada, pero la tienen. Están en la calle, pueden escoger adonde ir, qué hacer. Pueden, incluso (uno lo hará) sacrificarse antes de morir por su rey movidos por el orgullo. ¿Cuando un caballero jugaba al ajedrez en la Europa medieval o en la España de los Austrias pensaba lo mismo que el protagonista de esta escena?






26 de enero de 2012

La vida al aire libre

Felipe Núñez abre su libro (Para escapar de la voz media) con una obra de Magritte titulada  “La reproducción prohibida”. A Felipe le preocupa la relación entre la escritura y su afuera, el mundo.
Más específicamente, algo que a TIQQUN y los situacionistas les preocupaba también mucho: la
relación entre la intensidad vital y su deriva en texto. El enemigo de Felipe era la hermenéutica; el
enemigo de Tiqqun la deconstrucción. De ambas lecturas yo he extraído lo que un lector de Gracián
podría haber extraído en el s. XVII, una especie de posición vital, un estilo con el que jugar la partida
de la vida. Pero aquí quiero hablar de otro cuadro de Magritte, de La vida al aire libre:





      Me viene a la cabeza al ver este cuadro cómo podemos leer socialmente –en el marco epistemológico de Castells y otros sobre el mundo post-nacional- las palabras de Deleuze y Guattari acerca de la oposición entre ajedrez y go; cómo podemos entender lo social en su aspecto meramente topológico como un espacio de juego. Decían Deleuze y Guattari:

El ajedrez es un juego de Estado, o de corte. Las piezas de ajedrez están codificadas, tienen una naturaleza interna o propiedades intrínsecas, de las que derivan sus movimientos, sus posiciones, sus enfrentamientos. Los peones del go por el contrario son bolas, fichas simples, unidades aritméticas, cuya única función es anónima, colectiva o de tercera persona: “EL” avanza, puede ser un hombre, una mujer, una pulga, un elefante.

Y también:

 En su medio de interioridad, las piezas de ajedrez mantienen relaciones biunívocas entre sí, y con las del adversario: sus funciones son estructurales. Un peón del go, por el contrario, sólo tiene un medio de exterioridad, o relaciones extrínsecas con nebulosas, constelaciones, según las cuales se desempeña funciones de inserción o de situación, como bordear, rodear romper. Un sólo peón del go puede aniquilar sincrónicamente toda una constelación, mientras que una pieza de ajedrez no puede hacerlo (o sólo puede hacerlo diacrónicamente)
 
    Pensemos ahora en otro texto de Deleuze: el post-scriptum sobre las sociedades de control y las sociedades de disciplina. La tesis central de ese artículo es que “los centros de encierro” disciplinarios descritos por Foucault (“cárcel, hospital, fábrica, escuela, familia, clínica…) atraviesan una crisis generalizada. Para Deleuze, en 1994 vivíamos la decadencia de la “sociedad disciplinaria”, que fue “la sucesora de las sociedades de soberanía”, cuyos fines y funciones eran completamente distintos a los actuales. La sociedad actual es denominada “sociedad de control” y éste se ejerce fluidamente en espacios abiertos, en forma desterritorializada, mediante los psico-fármacos, el consumo televisivo, el marketing, el endeudamiento privado y el consumo entre otras modalidades. La escuela, la fábrica, la milicia son instituciones que pertenecen a la sociedad disciplinar. La contraseña, el mercado, internet, son instituciones en las que se cifra un control fluido. Galloway tiene un libro maravilloso sobre los centros de control y cómo este se ejerce de una manera fluida una vez éstos se han descentralizado (Protocol: How control exists after decentralization, 2006).

         El caso es que en este cuadro de Magritte vemos a un personaje que intenta representar una pieza de ajedrez en un tablero de go valiéndose de piezas propias del go. Intenta adecuar un elemento propio de la sociedad disciplinaria en un espacio propio de la sociedad de control. En efecto, en el ajedrez, como en las sociedades disciplinarias, todo está visiblemente jerarquizado y dividido. Sólo el fin de la partida iguala la jerarquía que ordena al caballo, la torre, el rey, el peón, la reina, etcétera. Pero, ¿qué sucede en el go? Sucede que todos son peones. El valor de una pieza depende únicamente de su situación en el tablero. Por supuesto en el ajedrez la posición también es importante para determinar el valor de las piezas que la componen, pero a priori existen diferencias de valor entre ellas. Están codificas, tienen naturalezas internas distintas.

      Para leer lo social en este cuadro parece que tenemos que pensar en lo que Amador Fernández Savater ha llamado la ética del cualquiera en un texto memorable, el Arte de esfumarse. Ahí él leía en el 15m el fin de la cultura consensual de la Transición, del monopolio que la CT poseía sobre los temas de debate posibles y el fin de un régimen de discurso nacional en el que comparecían únicamente las voces autorizadas previamente por el juego de polaridades izquierda-derecha, catolicismo-laicismo, república-monarquía, PP-PSOE y la discusión entre diversos nacionalismos. Además de controlar aquellos que tomaban la palabra, la cultura de la transición ejerció un poder férreo sobre los temas de debate. Lo que sus centros jerárquicos de sentido no ponían en juego (la neoliberalización y sus consecuencias sociales: deshaucios, precariedad, etcétera; la representatividad de la democracia; la pinza PPSOE; la pérdida de soberanía nacional; etcétera) fue lo que la ética del cualquiera del 15m puso sobre la mesa.

Además, ¿qué está en juego en la ley SINDE, la ley SOPA y los diferentes proyectos de ley similares en México y Colombia? ¿No es un cambio de protagonismo del sujeto autorizado para crear y con acceso personal a los medios de difusión quelo legitiman como creador a un escenario donde cualquier pieza, como en el go, puede tener un valor extraordinario, sin desventajas a priori? Es así cómo podemos leer este cuadro de Magritte: como el cerebro antiguo, el mundo propio de la sociedad de control, de la cultura consensual de la transición y de los proyectos de ley restricitvos de la libertad de internet intentando, sin demasiado éxito, ordenar las piezas del nuevo juego, el go, en el nuevo tablero, el del go, de manera que parezcan un antiguo caballero del ajedrez. Se puede incluso decir que es una imagen que describe lo que siente el nuevo sujeto que se ha dado a conocer a partir del 15m.