26 de mayo de 2010

Un alfil

Me envía Pablo S. Herrero una maravilla. La he titulado “un alfil” porque parece menos gastado, más potente que “alfil solo”; pero se trata de eso: un alfil abandonado en un ajedrez desierto que se mueve hacia donde no hay rey, ni reina, ni nada: sólo tablero. Como puedes ver en la secuencia de imágenes, antes de ser alfil fue torre: la línea oblicua que marca su movimiento no se podía ver. Me adelanto a unurth.com, referente mundial de arte en locaciones marginales, que publicará la imagen en pocos días. Y reproduzco lo que su autor dice sobre la génesis, la ejecución y el resultado de su actividad, en la que él también, como se ve por el espacio que lo acoge y las figuras que crea, es una especie de alfil solo entre árboles alejados entre sí que forman una red alrededor de Salamanca y allende.

Dice Pablo:
La imagen que envié a unurth.com fue esta, que es realmente un movimiento de alfil, pero representa el desmarque de una corriente para afrontar en soledad el ataque a... nada. La estrategia para luchar contra nadie, para no vencer:


La foto está tomada desde una torre de unos 60 o 70 metros de altura (una cinta sinfín para aventar grano altísima), un flipe, se movía como el mástil de un velero. El lugar me lo enseñó David (el de la Mano) hará dos años. Es la primera vez que pinto a pértiga, es fascinante, se necesita pulso, concentración y tranquilidad, es como meditar o hacer tai chi. El resultado, durante la ejecución, no hay problemas, ni dolor, celos, líos mentales. No existe el pensamiento concreto. Parece que el alrededor contiene la respiración. Deja de soplar el viento, no hay sonido. No veo el momento de volver a las andadas. Joder, como me gusta lo de Edouard Pape, es de esos tipos poliédricos, ¿no?

1 comentario:

Pablo S. dijo...

Pero...pero... qué cosas tienes